Tomb Raider

Por Ignacio Balbuena

Tomb Raider: Las aventuras de Lara Croft (Tomb Raider)
Estados Unidos-Reino Unido, 2018, 118′
Dirigida por Roar Uthaug.
Con Alicia Vikander, Dominic West, Walton Goggins, Daniel Wu, Kristin Scott Thomas y Derek Jacobi.

Un cine sin público

Por Ignacio Balbuena

Las mejores películas de videojuegos todavía son aquellas que, sin adaptar ningún videojuego directamente, logran traducir algunos aspectos de las mecánicas de los juegos al cine. Ahí está Scott Pilgrim vs The World, adaptación de un cómic que interpreta la rom-com como un beat ‘em up en la que el protagonista tiene que enfrentarse a los ex-novios de su amada a las piñas, o la película de guerra contra aliens Al filo del mañana, en la que el loop estilo Hechizo de tiempo que atraviesa Tom Cruise es una re-lectura de una constante de los juegos de tiros en primera persona, esta cuestión de morir y revivir permanentemente. Y bueno, también están las Resident Evil, que se alejan completamente de los juegos originales y hacen la suya, narrativa y formalmente.

Tomb Raider nos presenta una nueva encarnación del personaje después de aquellas dos entregas protagonizadas por Angelina Jolie, películas que mucha gente recuerda a pesar de no tener ningún contacto con el mundo de los videojuegos. Alicia Vikander se encarga ahora de llevar a la pantalla esta nueva versión del personaje, basada en la nueva saga que a su vez funcionó como reboot en el mundo de las consolas. Este borrón y cuenta nueva cuenta con dos juegos hasta ahora,Tomb Raider, del 2013, y Rise of The Tomb Raider, del 2015. Todo la estética y el argumento de la nueva película, dirigida por el noruego Roar Uthaug (The Wave) pertenecen al juego del 2013, adaptado aquí con varias libertades. Bien, respondamos primero lo importante: ¿es Tomb Raider (2018) una excepción al viejo axioma que reza que es imposible adaptar con éxito un videojuego al cine? No, mayormente es una película muy fallida.

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Tomb Raider, la nueva película, adapta con fidelidad visual varias escenas del videojuego homónimo, pero se olvida de construir una narrativa interesante en torno a esas escenas. No es una excusa para mostrar un mundo propio ni encuentra una forma ingeniosa de traducir en cine la esencia de los juegos. El videojuego ya era una suma de sus referencias (otros videojuegos de exploración y disparos como Uncharted, películas de aventuras como Indiana Jones), y retraducir grandes setpieces de acción del juego al cine (es decir, despojando esas escenas de su carácter interactivo) se siente como un retroceso. El juego, por otra parte, tiene alrededor de 10 hs para desarrollar la historia y sus personajes, y el arco particular de Lara Croft, una origin story que cuenta como nuestra heroína pasa de víctima indefensa a una mujer digna del cine de acción de los ‘80s. La película tiene apenas dos horas para contar la misma historia, lo cual es un problema, aún cuando la narrativa del juego es bastante sencilla. Lara Croft, siguiendo los pasos de su padre muerto en medio de su obsesión arqueológica, termina varada junto con la tripulación de un barco en una isla deshabitada. O más bien, habitada por un culto religioso obsesionado en revivir una antigua reina japonesa con poderes sobrenaturales, llamada Himiko.

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Lara Croft, probablemente el último ícono del gaming en alcanzar reconocimiento en el mainstream no gamer, siempre fue un personaje medio camp, de curvas exuberantes y aventuras ridículas y over the top. Las películas de Angelina Jolie, en este sentido, adaptaron la estética de los juegos viejos razonablemente bien. Pero la saga comenzada en el 2013 vendría a ser una especie de Lara Croft Begins. Una estética “gritty”, una figura más realista y una historia que hace énfasis en su vulnerabilidad y humanidad antes que en las piruetas. La esencia de los juegos anteriores, más allá de estos cambios estéticos y narrativos, permanecía: había puzzles para resolver en medio de grandes ruinas, tiroteos, daddy issues, y en general, muchas superficies inestables que ponían a nuestra protagonista a correr, trepar y nadar por su vida.

La película del 2018 empieza con un prólogo que intenta poner al espectador en situación para luego presentarnos al personaje de Lara Croft de la forma más ridícula posible: practicando MMA por las noches, y con un trabajo de repartidora en bici de día. Claro, no quiere reclamar su fortuna porque eso significaría reconocer que su padre (que aparece constantemente en flashbacks color sepia dándole besos a la niña Lara en la frente) está muerto. La película se toma su tiempo para llegar a lo interesante, al contrario del in media res del videojuego. Eventualmente Lara Croft encuentra las viejas notas de su padre, y decidida a encontrarlo, viaja a Hong Kong en busca de un barco para llegar a la isla perdida donde espera encontrar a su padre, y más información sobre la reina Himiko. Tormenta de mar mediante, Lara Croft termina varada en la isla a la merced de Mathias Vogel (Walter Goggins) y allí deberá convertirse en la mujer de armas tomar que todos conocemos para liberarse. En teoría, podría haber funcionado dado que algunos elementos sueltos son atractivos. Vikander funciona perfectamente como una heroína de acción vulnerable y humana, es una actriz que vende tanto el aspecto emocional del personaje, y se desenvuelve perfectamente en las escenas de acción. Walter Goggins compone un villano intimidante. Dominic West, el padre de Lara que eventualmente aparece en la isla -en el juego no aparece nunca, excepto en flashbacks-, y las secuencias de padre, hija y grupo de villanos recorriendo ruinas con trampas nos recuerdan bastante a Indiana Jones y la Última Cruzada.

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Pero sin embargo, la película nunca llega a producir poco más que un leve entusiasmo y comete el mayor de los pecados posibles para las películas malas, que es el aburrimiento. Por empezar, mientras la veía me preguntaba para quién es esta película. Si, aparecen varios guiños al mundo de los juegos, como los breves fragmentos de exposición en cosas como grabadores o notas escondidas bajo pasadizos secretos y otros elementos icónicos como el hacha para escalar que el personaje usa para bueno…escalar, pero también como arma, y el arco y flecha. Y bueno, muchas escenas están calcadas del juego, como una de un avión derrumbándose en pedazos, una vertiginosa escena en paracaídas y hasta una herida con un hierro atravesado en el cuerpo que es tal cual ocurre en el juego. Pero los gamers ya vieron esas escenas en el juego original con el bonus de la interacción y una historia más completa, y el público mainstream obviamente no reconocerá ninguno de estos guiños. De allí esta sensación de que esta película no tiene público. Los fans del juego no tienen nada nuevo aquí para ver (y las libertades que se toma la adaptación son en general para peor, como una que no revelaremos del todo por ser spoiler, pero que ancla definitivamente la serie en el “realismo”), y la fidelidad al juego en lo superficial no representa un elemento a favor para la gente que no juega videojuegos. Tal vez la película corre con una pequeña ventaja. En el videojuego original, Lara Croft atraviesa una secuencia traumática que la lleva a tener que matar a un enemigo, y se hace particular énfasis en esto. Luego, se produce una disonancia, dado que pasamos las siguientes 10 horas a los tiros, matando gente a flechazos en la cabeza y tirando granadas. En la película de Vikander, esta disociación entre el personaje vulnerable y el asesino implacable es menos notoria. La escena en la que tiene que matar por primera vez está bien lograda, así como todas las escenas de esfuerzo físico contra la naturaleza y las trampas en las ruinas. Todo esto es gracias a la presencia física de Vikander, que hace lo mejor que puede en una película que pretende ser una de acción como las de antes, pero se queda a medio camino y pierde mucho en la traducción. Para colmo, la exposición constante (que incluso repite la información del prólogo) y una suerte de twist bobo al final la embarran un poco más. No se salva ni por el cameo de Nick Frost, y para cuando Vikander sonríe a cámara empuñando sus clásicas dos pistolas antes de los créditos finales, ya estoy pensando en otra cosa.

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