Apache: La vida de Carlos Tévez

Por Federico Karstulovich

Apache: La vida de Carlos Tévez
Argentina, 2019, 8 episodios de 45′ aproximadamente
Creada por Israel Adrián Caetano
Con Balthazar Murillo,  Sofia Gala,  Patricio Contreras,  Vanesa González,  Alberto Ajaka, Diego Pérez

Vidas paralelas

Por Federico Karstulovich

Los paralelismos son, desde siempre, un juego peligroso. Porque son un juego especular. Y como todo espejo, multiplica a la especie. O al menos la multiplica a su conveniencia. Los paralelismos tienen, entonces, una función reflexiva pero también especulativa (además de especular): son prospectivos y retrospectivos. Pero como todo espejo, devuelve imágenes que pueden distorsionarse fácilmente. O, dependiendo de la posición, devuelve imágenes que mejoran en exceso lo que no es tan agraciado.

El gran problema de los paralelismos (pregúntenle a Plutarco) es que pueden nacer de un origen común, pero en algún momento el derrotero es por caminos distintos. El diálogo es implícito. Por eso cuando la estructura es un paralelismo, es esa lógica geométrica la que terminará por imponer su moral. Y los paralelismos no dejan demasiados huecos a los grises, a los matices, a las contradicciones. Será por eso que a la hora de construir la vida de Carlos Tevez la elección terminó siendo la de la vida de santos y pecadores? Si, algo de eso hay. Y quizás esto se deba a que menos de lo que estamos viendo se limite a contar la biografía de un jugador exitoso y reconocido en el mundo antes que la génesis de ese triunfo como ostensible contrapunto con una estructura de vida asociada al fracaso, la marginalidad, al extravío.

Apache Lavidadecarlostevez Season1 00 16 01 10

Para decirlo sintéticamente: lo que menos importa a Apache: la vida de Carlos Tevez es contar la historia de una vida apasionante, sino (re)construir el camino moral de un hombre (que fue niño) de trabajo frente a todo el contexto de perdición que lo rodeaba. Hay algo de clasismo en todo esto? En cierta medida si, en otra no. La serie no muestra una pobreza homogénea. Los personajes son distintos y no están cortados por el mismo cuchillo. Eso es cierto. Y se agradece. Pero el contrapunto al que se somete a su protagonista en relación a su antagonista moral (que no dramático: no son opuestos frente a un objetivo común) es aquel que fuerza, invariablemente, una división explícita entre el mundo del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio frente al mundo del delito, de la droga, de la vagancia, de la marginalidad. En definitiva: es el paralelismo el que rompe los matices tentativos que los personajes si podían expresar inicialmente.

Pero ese no es el único de los problemas. También hay otros, derivados de la elección de un casting que en todo momento genera una sensación chirriante. En concreto: la elección de actores reconocidos (en mayor o menor medida) atenta drásticamente con el imaginario y el verosímil del mundo de pobreza y marginalidad en el que se nos quiere sumir. Sumado a eso, la caracterización de muchos de los personajes (en particular los de cierta banda de traficantes de droga que, a la vez, funcionan como contrapunto de la familia de Tévez y a la vez antiejemplo) linda con el inverosímil más violento (la banda en cuestión está caracterizada como si se tratara de los forajidos de Fuga de New York (John Carpenter, 1981), pero dudo que esto sea consciente o que se trate de un juego cinéfilo, ya que no ayuda ni es productivo en relación a lo que nos está narrando). Sumado a esto, las decisiones formales que propone la serie se reducen a una plantilla de efectos propios de una tira televisiva diaria (chatura lumínica o plenitud derivada de un uso vergonzante de la luz frontal, transiciones inexpresivas y genéricas, aceleraciones que fuerzan un ritmo que el plano no planteaba, uso de drones para establecer los mismos espacios desde una mirada aérea, ambientación chata signada por dos o tres elementos contextualizantes en el tiempo-espacio) y no a los recursos que bien podría ostentar una miniserie realizada presuntamente con tiempo y dedicación.

Apache Lavidadecarlostevez Season1 00 20 51 12

De ahí que, presumiblemente, uno pueda hacer una especulación (pero sin pruebas, claro): la serie parece haber sido concebida y filmada de apuro. O cuando menos buena parte de sus decisiones parecieran ser propias de una primer versión en borrador antes que una serie terminada (sin ir más lejos, la serie está plagada de serios errores técnicos, uno de ellos, en el último capítulo, muestra a un cameraman filmando de frente la chata de la familia Tevez viéndose reflejado plenamente, como si no hubiera habido control de continuidad ni de postproducción). Sumado a esto, la serie parece no saber explotar los momentos dramáticos clave: no hay, en concreto, uso creativo de todas y cada una de las disyuntivas morales para los personajes. La llegada a Boca, la charla con la madre verdadera a la que pide que lo deje ir, el debut en primera, el conocimiento del padre verdadero. Todo está contado con un dejo de desdramatización que parece menos una estrategia que un problema de guión que, fundamentalmente, no sabe cómo construir la llegada a ese punto sin hacerlo de forma rutinaria. No hay aprovechamiento ni apropiación de los hechos de la vida del protagonista. No hay matices ni variaciones tonales. Por eso todo adquiere el mismo tono, como si la serie se hubiera olvidado que el relato de una vida es también el relato de sus variaciones e intensidades dramáticas.

El Apache La Vida De Carlos Tevez 18

Pero, nuevamente, incluso si nos olvidáramos por completo de los problemas de forma, de verosímil, de personajes, el centro puro y duro de la serie es el ejemplo y su contraejemplo. Tevez y su mejor amigo, “el uruguayo” (quien existió en la vida real, pero al que apodaban “el paraguayo”). Ambos como expresiones paralelas de un punto de partida común. Ambos salidos de Fuerte Apache. Ambos descuidados y despreciados por sus padres de origen. Ambos excelentes jugadores de futbol de las inferiores de All Boys de 1984. Ambos prospectos de cracks futbolísticos en un futuro mediato. El problema es que tomando ese punto de partida, la serie comienza con las divergencias: Tevez se cría en una familia (con sus tíos, quienes lo adoptan) que lo cuida, contiene y quiere. Una familia de trabajo, abnegación y sacrificio (en donde no existe ni el sexo ni el juego ni el placer ni nada que no sea el martirio de romperse el culo todos los días para los hijos. Como contrapunto, el uruguayo y su familia de reventados: un grupos de dealers y dragones (entre los que se encuentra su hermano), sumidos en las vendettas personales con otras bandas y otros vendedores. Sin figuras paternales o maternales en el horizonte (excepto una breve escena, en un capítulo, en el que se juega a la construcción de una familia presupuesta para este personaje, pero es algo que no dura nada). En esta dirección de cosas, lo que uno imagina es, en efecto, lo que terminará sucediendo: el ascenso meteórico de uno (nunca hay peligro concreto para Tévez, nunca se nos hace sufrir la posibilidad de que no la pegue, de que no triunfe) y el invariable hundimiento en las drogas y el crimen para el otro (todo es peligro en este personaje, nunca hay un atisbo de salvación, de posibilidad de redención de ninguna clase). Por eso lo que la serie hace con ese segundo personaje no solo es injusto, sino que es cruel. No solo es innecesario (por más que el personaje haya existido) sino que signa a todo lo que vemos con un tufillo moralista insoportable y absurdo (y tal como dije, clasista también). Es cierto que, frente a series que son una suerte de exégesis del mundo marginal y sus códigos (vg. El Marginal, con sus tres exitosas temporadas), es interesante que una serie piense la alternativa de un mundo en el que también la alternativa de trabajo es un camino. No obstante, el modo en el que articula todo esto jamás surge de los personajes sino de, una certera condición: construir un relato ejemplificador de algo que sucede, casi milagrosamente, a pocos. Pero como todo relato ejemplificador, es pregnante: quien no quisiera ser un angelito con botines en un mundo de expulsión del sistema? Apache: la vida de Carlos Tevez no cuenta una vida, cuenta dos. Y nos pone a elegir, como si el asunto fuera tan simple, tan voluntarista. Y como si la salida estuviera ahí a la mano.

¿Te gustó lo que leíste? Ayudanos con un Cafecito.

Invitame un café en cafecito.app

Comparte este artículo

Otros ArtÍculos Recientes

Enterate de todo...

Recibí gratis todas las novedades en tu correo a través de nuestro Newsletter